miércoles, 14 de mayo de 2014

La última batalla del Espartano Arbeloa.

Tras la lista provisional de Vicente del Bosque para el Mundial, se pueden sacar dos claros titulares, el primero es la firme apuesta del seleccionador por la gente de la sub-21 y de ir preparando un cambio generacional que más pronto que tarde sucederá, el segundo titular es la ausencia de Álvaro Arbeloa, uno de los pilares de los recientes éxitos de la Selección Española.
Como buen Espartano, Álvaro ha tenido que luchar contra enemigos muy difíciles, quizás el más duro haya sido la mala prensa que desde algunos sectores (periodísticos y no periodísticos) han tenido en el lateral derecho a su punto de mira. Si algo no ha sabido controlar es precisamente ese aspecto, pero al igual que Leónidas I en la batalla de las Termópilas, Arbeloa ha luchado con lo que tiene, y no escondiéndose jamás, al igual que le sucedió al Rey Espartano, a Álvaro le ha vencido su más fiero rival.
Hablo en pasado, porque según palabras del bravo defensa del Real Madrid y de la Selección, ha tomado la decisión (o eso parece indicar) de decir adiós a La Roja. 
La memoria del fútbol es excesivamente frágil y extremadamente cruel, solo hay lugar para unos pocos, para los elegidos, elegidos que suelen ser los que empujan la pelota al fondo de la red y no quienes evitan que entre. Arbeloa se sitúa en este último e ingrato grupo, el grupo de los que evitan la máxima celebración en un partido de fútbol, el gol, misión tan importante como marcarlos y que ha sido la base en los últimos éxitos de la Selección Española. Pocos fallos se le han perdonado a Arbeloa y al mismo tiempo, pocas veces se le han reconocido los méritos, puede que por como he dicho antes, por la mala prensa que se la ha colgado mal intencionadamente.
56 partidos con la Selección y dos Eurocopas y un Mundial, es el bagaje que se lleva Álvaro Arbeloa, por el camino ha dejado multitud de batallas contra enemigos que no han sabido como pasar por el estrecho paso de la banda derecha y solo una lesión le ha apartado de seguir comandando un equipo que juega al toque, pero para el que hacen falta guerreros.




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